RUSIA:
LA REAPARICIÓN DE UNA GRAN POTENCIA

 

Rusia tiene el cargo que sólo puede existir como superpotencia, o perecer. Eso es la causa de la creciente enemistad por parte de Occidente donde ha causado mucho placer el desmantelamiento de la Unión Soviética y la siguiente debilitación de cada uno de sus sucesores. A EE. UU. y la UE les gustaría mucho una Rusia sumisa y débil, reducido a una especie de Arabia Saudita o Argelia en cuanto al suministro de energía, desarmado y envuelto en sus propios problemas nacionales.

No obstante, eso es un sueño algo ingenuo dadas las dimensiones, las riquezas naturales, la base económica y el armamento de este país. Pero el imperialismo suele ser muy inmodesto y a los países ambiciosos de Europa y EE. UU. les gustaría si las demás naciones se conformarán con el papel subordinado que ellos les han consignado. Por eso se armó un gran ruido cuando el gobierno ruso tomaba una posición firme frente a las ambiciones nacionales de Georgia y demostró que no va a tolerar una incursión en territorios que considera aliados.

Frente a todas las acusaciones contra Rusia de "Democracia carente", "Derechos Humanos no respectados", "Política de Poder" y más absurdidades, el espectador imparcial se da cuenta cómo se ha normalizado este país dentro del actual sistema mundial: Rusia ha hecho funcionar a sus gentes pobres que ya pueblan el mercado de trabajo y dan ganancias a sus empresarios; ha generado un culto de líder nacional que puede comparecer ante el que rige EE. UU.; tiene una economía en auge basada en propiedad privada, inmigración ilegal, nacionalismo y racismo en abundancia, y hasta una iglesia que firmemente apoya al gobierno y que cada día gana más adherentes. En fin, una nación rotundamente civilizada y un jugador global con quien hay que contar en el futuro.

 

La imposición de la propiedad privada: El sistema judicial y las cárceles

El sistema legal queda difuso para los ciudadanos y hasta para los propios letrados.

En el campo abandonado un gran número de personas está en prisión por robo de gallinas o delitos de esta índole. Es aquí donde el sistema judicial funciona de manera despiadada. Los que no tienen recursos de ninguna clase tienen que conformarse con esta condición y punto. Por esa razón, y por los robos pequeños que ocurren en los centros urbanos, las prisiones rusas están superpobladas convirtiéndose en semilleros de SIDA y tuberculosis. Para que los reclusos tengan alguna posibilidad de sobrevivir los parientes les tienen que traer alimentos y medicinas. Quien no tiene ese apoyo social, muere, quizás antes de que se celebre su juicio.

Un letrado ruso lo explicó en un documental airado por un canal alemán tal situación: "La mayoría de nuestros ciudadanos es tan pobre que no sirve para nada multarles por los menores delitos: No pueden pagar la multa, tampoco tienen bienes con suficiente valor para hacer frente a la multa. Lo único que tiene el ruso humilde es su libertad, pues para castigarle hay que privarle de ella."

Mientras tanto, los jueces que tienen que tramitar casos de fraude a gran escala son destituidos de sus cargos o silenciados de otra manera.

El sistema judicial está sometido a una reforma continua: tiene que concentrarse con la defensa de la propiedad privada y así distinguir entre los casos que la violan y los otros que están de acuerdo con ella. Los jueces tienen que acostumbrarse a una nueva realidad: el pobre no tiene derechos, el (nuevo) rico sí los tiene. Las leyes en todo el mundo están hechos en favor de los propietarios y en contra de los pobres. Están creados para servir este fin. Pero en Rusia la propiedad privada es nueva. Muchos letrados no la entienden todavía y siguen unos ideales anticuados de justicia y bienestar popular en su jurisdicción. Los que no están dispuestos a conformarse con esa nueva interpretación del sistema judicial tienen que marcharse del sistema estatal y buscarse la vida en el sector privado, como abogados, escritores o fuera de su profesión.

Así la gente aprende lo que tiene que aprender: La propiedad privada rige. Los tiempos en los que se podían sacar materiales de construcción de las empresas o piensos de los koljoses han pasado. Hoy en día se paga con rublos para cualquier mercancía y también para cualquier servicio.

La conclusión de todo eso es: El ciudadano normal que ve violado sus intereses no tiene a donde dirigirse porque no existe una institución encargada para tal fin. El estado del pobre está definido: conformarse con su condición o buscar trabajo a cualquier precio, aceptando salario y condiciones, o acabar en la calle o en la cárcel.

 

La crisis demográfica y la migración

El comunismo soviético tenía bastantes deficiencias, pero la siguiente introducción de propiedad privada y la imposición del mercado han tenido efectos devastadores para la salud y el ánimo de los ciudadanos.

Desde 1991 y durante los siguientes 10 años la población de Rusia se disminuía cada año por un promedio de 600.000 personas. Había menos partos. ("¿Para qué dar a luz?" me preguntó una vez con amargura una rusa en el tren. "¿Para crear mendigos?"). La mortalidad infantil ascendió. Aumentaron las muertes provocadas por consumo excesivo de alcohol o drogas (la heroína entraba en el mercado ruso de manera casi explosiva, proveniente de Afganistán a través del tráfico de Chechenia: Dos venganzas tardías resultado de dos guerras ... ). Aumentaron los casos de suicidio. La expectación de vida bajaba y la gente emigraba como podía. La pérdida de población no era más grande todavía, porque tenía un cierto contrapeso en la inmigración de gente de etnia rusa quienes abandonaban las ex-republicas soviéticas con rumbo a la tierra madre.

Y eso sucedía en un país que por naturaleza ya tenía problemas demográficos. Rusia es el país más grande del mundo, pero escasamente poblada. Según el censo de 1997 Rusia tenía entonces poco más de 147 millones de habitantes, o un promedio de 8,6 habitantes por kilómetro cuadrado.(1) El censo del 2006 ya da un número de 142 y medio millones, o 8,3 por kilómetro cuadrado.

Además, Rusia tiene muchas regiones en donde la vida resulta difícil, debida a las adversas condiciones climáticas. La historia rusa y también soviética está llena de intentos de poblar estas regiones de Siberia y el Oriente Lejano, sea con incentivos o a la fuerza. Como consecuencia del abandono general de los años 90 y la falta de abastecimiento de víveres y combustible mucha gente dejó esas regiones y se mudó a lugares que ofrecían mejores perspectivas de supervivencia, sobretodo a la gran urbe: El Gran Moscú tiene en la actualidad aproximadamente 20 millones de habitantes. Las medidas burocráticas para frenar este desarrollo poco sirven para este fin, pero sí tienen consecuencias: debido al sistema de la "propisca", el permiso oficial de vivir en Moscú, de los 20 millones 12 viven allí de manera ilegal. Eso crea un clima de inseguridad: Resulta difícil para la policía buscar a gente sospechosa de pertenecer a banda armada o a terroristas, ya que la mayoría de los habitantes no está registrada. Así que te pueden parar en cualquier momento en la calle, en un autobús etc. y pedir documentación. Pueden registrar domicilios sin proceso judicial. Eso afecta ante todo gente de aspecto "sureño", provenientes del Cáucaso o de Asia Central, pero puede tocar a cualquier persona. Por este motivo aumenta la corrupción, porque para no ser expulsados de Moscú los ilegales tienen que pagar sobornos a los pasmas.

Se estima que son entre 10 y 15 millones los inmigrantes ilegales en Rusia. Muchos de ellos son contratados para trabajos temporales. Los más numerosos son los uzbecos, después ya vienen los ucranianos. Les siguen ciudadanos de Georgia, Azerbaiyán, Tayikistán, y otros. Como la política de inmigración es muy restrictiva, confusa y contradictoria entre las leyes federales y regionales, la mayoría de esos inmigrantes laborales, sean temporales o vivan permanentemente en Rusia, carecen de permiso de residencia y de trabajo. Eso fomenta cualquier abuso e infracción de los ya por si pocos derechos laborales por parte de la patronal.

 

El mercado laboral

Lo que atrae a tanta gente de los países que pertenecían a la antigua Unión Soviética es la combinación del triste estado de la economía en su propia patria y la bonanza económica que se ha iniciado en Rusia en los últimos años por el aumento de los precios de combustibles. Igual como en España, la mayoría de los inmigrantes trabaja en la construcción, seguido por el comercio, la gastronomía y los servicios. La unidad de la policía destinada a la caza de trabajadores ilegales regularmente descubre infra-viviendas o talleres donde la gente está reclusa en condiciones de esclavitud. Una ONG de Europa del Oeste estima que en Rusia hay hasta 1 millon de personas que pueden ser sometidas a condiciones de esclavitud. Pero también los que son los infelices „trabajadores asalariados libres“ trabajando en Rusia – sean rusos o ciudadanos del "extranjero cercano" (como se denominan los pases de la CEI) – reciben salarios míseros mientras los precios de alimentos o de vivienda ya no están muy lejos de lo que se existen en los países de la Unión Europea. Según varias estadísticas Moscú se ha convertido en la ciudad más cara del mundo.

Mientras tanto, en los países de proveniencia de esos inmigrantes una parte del presupuesto está basada en las remisiones de ellos hacía la patria. Desde la guerra del Cáucaso, por ejemplo, los georgianos en Rusia – entre uno y dos millones – temen su expulsión del país que significaría la quiebra total de la economía georgiana.

Para entender la situación precaria de los trabajadores de Rusia hay que tener en cuenta la situación anterior. En la Unión Soviética la gente tenía contratos de trabajo en donde se fijaban sus obligaciones frente al estado, el único empleador. Como me explicó un amigo ruso en los años 90: "Está escrito precisamente que me pueden despedir si yo por 3 días consecutivos no aparezco en el trabajo sin excusa firmada por un medico, pero no hay ninguna cláusula que se pronuncia sobre el hecho que por tres o cuatro meses consecutivos no se paga el salario." Así de manera no legal y no oficial se despidieron a miles y miles de trabajadores, desde médicos o profesores hasta humildes trabajadores en fábricas. Se fueron, porque no recibieron salario, emigraron o buscaron otra manera de sobrevivir, y así surgieron de manera espontánea comerciantes de vestidos o de alimentos en los numerosos mercados en todo el país. Se tenían que ir sin despido y sin ningún tipo de indemnización.

Durante los tiempos bravos y descarados de la temporada de Yeltsin también aumentó de manera gigantesca el número de los sin techo. Mis amigos rusos me explicaron que habían dos tipos de abandonados: Los "bomyi" (abreviación para "gente sin fijo lugar de residencia") que eran simplemente gente desafortunada que se fueron de un trabajo sin pago o se quedaron en la calle como jubilado sin parientes ni pertenencias; y los "bichi", que significa "antiguo intelectual" y así se denominaban personas de alta especialización, gerentes de empresas, jefes de hospitales, maestros, profesores de universidad quienes de un día para otro se vieron sin ingresos. Se fueron de sus trabajos, sus familias, su ambiente social, no aguantaron su caída a cero. Se refugiaron en estaciones de metro o bosques y tarde o temprano perecieron en el invierno duro de Rusia. Mis amigos me explicaron, que los "bomyis" se pueden recuperar con ayuda de otros, reintegrarse en la sociedad, pero los "bichis" jamás. No podían superar su pérdida de status quo.

Los gobiernos de Putyin y Medvedyev sacan provecho de la catastrófica situación de los tiempos del gobierno Yeltsin. Todas las especializaciones del tiempo soviético se han quedado sin valor. Tuve la oportunidad de encontrarme con profesores del liceo, licenciados de medicina o de derecho, enfermeras e ingenieros trabajando como gerentes o empleados de restaurantes, empleados de saunas (una especie de burdeles en Rusia), como chóferes, o trabajando en cocinas o en la construcción. El mercado laboral está completamente libre, no hay tarifas para gente con cierta especialización. A los empleados públicos se les paga de una manera tan miserable que todos los que pueden de alguna manera buscan su vida en la esfera privada. Los derechos laborales no existen, o son tan confusos que no se pueden imponer. Algo parecido existe respecto al horario laboral. No hay sindicatos ni existe una institución o fuerza social que les quiera introducir. No hay jubilaciones significantes de las que se pueda sobrevivir. "No me puedo jubilar", me explicó una mujer con 50 y pico años. "Tengo que trabajar mientras aguante, porque con la pensión que me conceden no puedo pagar ni la vivienda."

 

El ejército

El ejército soviético era un gran poder dentro del poder. Tenía un montón de empleados fijos, muchas veces en bases y ciudades cerradas para el público, como Sevastópol o Vladivostók. Habían una serie de empresas trabajando solamente para el ejército, que producían desde máquinas domésticas y armas hasta ropa y alimentos. Ser miembro del ejército se consideraba un asunto muy prestigioso y también muy seguro respecto a la planificación de la vida. Los militares se consideraban personas con un trabajo y futuro muy estable.

Después del cambio de sistema, desde 1989 y 1990, todo cambió también dentro del ejército. Se retiraron muchas tropas de los países aliados, empezando por la antigua RDA a través de Hungría hasta Chéquia. Como en Rusia ya anteriormente habían cerrado muchas bases toda esta gente que regresó a la patria no encontró trabajo y tuvo que prestar sus servicios a particulares, como guardaespaldas o sicarios. De esta manera aumentó el nivel de violencia en el país. Otros se alistaron a la guerra de Chechenia, cumpliendo cualquier orden o actuando a cuenta propia contra los insurgentes chechenios y contra la población civil.

Antes de ese desarrollo ya existía un sistema brutal de novatadas. Eso empezó con la guerra de Afganistán en 1979, una guerra que no se podía justificar con las ideologías socialistas. Entonces los mandos soviéticos dieron rienda suelta a los rituales brutales entre los reclutas de mayor „experiencia“ y los nuevos. Las heridas infligidas, los dientes perdidos, todo el sufrimiento nunca llegó a la prensa, era un secreto muy bien guardado. Los familiares no encontraron ayuda legal. Hace unos años salió a la luz un caso especialmente cruel: a un chaval tuvieron que amputarle las piernas y los órganos sexuales para salvarle la vida, a consecuencia de las torturas que sufrió por parte de sus "camaradas". En la misma temporada hubo un caso de unas decenas de reclutas que dejaron al aire libre durante unas en la zona de Magadán, a 20 grados bajo cero, ni siquiera como castigo sino solamente como medida de disciplina, de educación. Muchos de ellos después sufrieron heladuras o pulmonía.

A este sistema despiadado se añadió el general estado triste del ejercito. Para más de una década Rusia no tuvo una política exterior definida. El ejército carecía de razón de ser. Aparte del constante problema de Chechenia, el ejército no sabía porque existía. Como en toda la sociedad los salarios se pagaban con retraso o no se pagaban. Para los edificios que necesitaban renovación no había suficiente dinero para llevar a cabo obras. No había comida suficiente. Un amigo me contó que durante su estancia en el ejército tenían que pescar y cazar para alimentarse. Un día llegó un general de fuera para una inspección. Para ofrecerle carne en la cena sacrificaron a un perro que cogieron en una aldea cercana.

Así se provocó un alcoholismo sin límites. Todos bebían – desde los oficiales hasta los más humildes, pasando por los generales y mariscales, así como los recluta. Cuando el ya difunto presidente de Chechenia, Aslán Masjádov (asesinado por el ejército ruso) concluía la paz que acabó la primera guerra chechenia, con el ya difunto general ruso Lébed (muerto en un accidente de avión, como dicen, no accidental), pronunció las siguientes palabras: "¡Mirad, eso es hombre! (Con eso quería expresar que es hombre de fiar.) Y además: ¡no bebe!"

Durante los años 90 se estableció un ejército especial paralelo al ejército regular. Se contrataba gente, ante todo veteranos de la guerra de Afganistán. Hasta hoy el Ejército del Sur, basado en este sistema de contratación, tiene mano libre en todas las zonas del Cáucaso y pueden detener, torturar y matar al cualquier sospechoso, sea por presunto islamismo o simplemente por ser anti-ruso, o sospechoso de serlo. No se escucha mucho de estos hechos porque toda la gente que quiere denunciar los abusos que se cometen allí contra la población es silenciada de una manera u otra. Esta parte del ejercito formado por soldados profesionales tiene como tarea pacificar a cualquier precio la Frontera Sur.

Al estallarse la guerra de Osétia de Sur en julio el ejército no tenía bastante tropas para meterles allí de repente. Solo se puede adivinar: ¿eso era porque al gobierno ruso la agresión de Georgia le vino de sorpresa?

(¿Cómo es posible? ¿Con tanta gente al servicio secreto en el gobierno y en el aparato estatal? ¿Quizás querían crear el mayor número de víctimas para después tener una excusa para la repulsión popular de la gente etnia georgiana en Osétia de Sur, y además una retorsión fuerte en territorio georgiano ... ?)

Al final llegaron las tropas rusas pero los profesionales que habían en la zona no eran suficientes. Aparte de las tropas que ya estaban allí para guardar la paz y otras tropas del Ejército del Sur que tenían que trasladarse a otras partes del Cáucaso tenían que recurrir a reclutas cercanos sin ningún tipo de preparación previa. Entre los muertos de esta "Guerra de los 6 Días" figuraban ante todo civiles osetos y reclutas jóvenes rusos.

Hasta hoy día, el ejército ruso funciona a base de reclutamiento. Resulta muy difícil evitar el servicio militar a cambio de algún servicio civil. Así el servicio militar evitan los que pueden pagar sobornos: Los hijos de los gran empresarios y de la clase media emergente. Para cumplir el servicio obligatorio se quedan los miembros de las clases desafortunados: el proletariado y los campesinos. Ellos pagan y pagarán el precio necesario de sangre en las futuras guerras de Rusia.

 

La salud publica

Del sistema socialista donde todo era gratuito han pasado al sistema pos-socialista, o de mercado donde todo es de pago. En el año 2004 el gobierno ruso abandonó todas las gratificaciones que milagrosamente habían sobrevivido durante los años 90, entre ellos medicinas y tratamientos gratuitos para jubilados, inválidos y niños. Para los tratamientos se establecieron tarifas en los hospitales y los extranjeros pagan más que los ciudadanos rusos. De una manera especialmente huérfana se trataba el asunto de dientes, un tratamiento muy caro, con el resultado del deterioro de la dentadura de los rusos y muchos dentistas sin trabajo.

La carente situación de la salud pública abre el mercado de los seguros de salud y de vida y así una nueva esfera de negocios. Mientras crece el número de agentes de seguros, se disminuye el número de médicos en función.

Bajo las condiciones de mercado el gobierno ruso trata de aliviar el sistema de salud pública en asuntos que considera claves para el desarrollo social. Los políticos, por ejemplo, quieren que haya más partos. Para este fin animan un tipo de concurso entre las maternidades de los hospitales: Con un sistema de puntos y la participación de las familias de las mujeres que han dado a luz en páginas especiales del Internet quieren incitar a los hospitales que presten más atención al asunto de partos, aumenten el número de partos en sus maternidades y así reciban más subsidios estatales. Una especie de caza recompensas para nuevos ciudadanos ...

 

La enseñanza

El antiguo sistema socialista no tenía la misma tarea como nuestro sistema educativo: No querían seleccionar y así mandar a la gente a los distintas profesiones. Mientras en nuestro mundo se considera normal en las escuelas estatales y en la mayoría de las escuelas particulares que al fin de año se quedan unos con un examen suplementario o saliendo de la escuela para buscarse la vida en talleres, cajas de supermercado o como camere@s, en las escuelas soviéticas el fracaso de un alumno se consideraba un fracaso del maestro/profesor también. Querían que los niños/alumnos aprendan, se hagan más educados, que aumenten su horizonte – eso era, hay que reconocer, una tarea del sistema socialista. Si alguien se iba a otra especialización después de cumplir enseñanza obligatoria o especializada, eso era por decisión propia.

Debido a los salarios bajos y las malas condiciones de los edificios y del equipo técnico mucha gente huyó de este sector, añadiendo el deterioro de la enseñanza pública. Y empezaron a aparecer las escuelas privadas. Según una pagina Web sobre escuelas particulares se puede pagar hasta 80.000 rublos (2.252 Euros) por niño y mes en una de ellas. Estas escuelas, por supuesto, ofrecen desde los ordenadores más modernos y grandes posibilidades deportivos hasta un amplio espectro de excursiones educativas y cooperaciones con el extranjero. De esta manera, los nuevos afortunados ya no tienen que mandar a sus hijos a estudiar en el extranjero, ya que encuentran las mismas condiciones globalizadas en el propio país.

En Rusia en los años 90 aparecieron los niños abandonados, "niños de la calle". En el año 2000 la gente me contó que entonces había más de ellos que en 1921, al acabarse la Guerra Civil Rusa. Desde entonces los oligarcas invirtieron en hogares y escuelas para ellos y han desaparecido más o menos de la calle.
Entre escuelas que son un negocio y otras para los desafortunados, escuelas creadas de la misericordia calculada de los ganadores yace el sistema estatal de enseñanza.

 

Hay que decir que todavía los mal pagados maestros y profesores de Rusia tienen más de idealismo pedagógico que sus mejor pagados colegas de Occidente, y eso es una de las razones porque el sistema de enseñanza de Rusia no se ha hundido completamente. En este país todavía persiste, pese a todos los obstáculos económicos, una idea de ciencia, de alumbramiento, de fe en la razón y la educación que en Occidente ya se ha perdido hace tiempo. Eso es uno de los capitales espirituales de Rusia de que tal vez un día surja algo nuevo, renovador, un contrapeso contra toda esa ideología de mercado libre, de ganancia, de dinero, y de poder mundial – como compensación por la pobreza y el abandono individual.

 
    Pancarta en Jabarovsk (Oriente Lejano). Llama a niñas desde 4 a 13 años a participiar en un concurso de belleza

 

La iglesia

La iglesia ortodoxa de Rusia siempre ha sido el pilar más fuerte de poder del régimen de los zares. En las batallas las tropas rusas iban portando iconos para solicitar la victoria. Después de las persecuciones por parte del poder soviético en los años 20 y 30 Stalin concluía una especie de paz con la iglesia y reestableció el Patriarcado para la salvación del imperio soviético durante la Segunda Guerra Mundial. El gobierno de Yeltsin hizo mucho para fortificar la iglesia en su antiguo papel, dándole fomento material y apoyo legal contra otras iglesias "foráneas", como la evangélica y la católica. Mandó reedificar cerca del Kremlin la Catedral de Cristo Salvador en Moscú, que había sido destruida en tiempo de Stalin. Allí también celebraron su misa de réquiem.

Fortificar el estado, la nación y pacificar el pueblo en tiempos difíciles, eso es la tarea de la iglesia que cumple con gran entusiasmo y gran éxito.
Dentro de ella hay un ala muy radical y nacionalista que hasta sueña con una reintroducción del zarismo. Sus adherentes consiguieron que en el año 2000 la congregación de los arzobispos de Rusia canonizara al último zar, Nicolás II y a su familia, declarándoles "mártires". Una canonización todavía a llegar será, por voluntad de unos, la del primer zar, Iván el Terrible.

Hace unos años se introdujo la enseñanza de la fe en las escuelas públicas. En todo el país siguen edificando templos y monasterios, llenándoles con pinturas de santos con mucho oro, el color de la eternidad en la pintura de iconos. Crece la fuerza de atracción y actividad de los monasterios, peregrinos, sectas tradicionales y menos tradicionales. Reaparece la secta de los jlistes, a que pertenecía Rasputin. (Los jlistes practican una forma de sexo a punto de éxtasis, creyendo que así se nacen nuevos Jesuses y Marías ...)

Hace poco tiempo la policía tuvo que remover los miembros de una secta de una cueva en donde se habían refugiado para esperar el fin del mundo, porque se les acabó la comida.

Desarrollos muy prometedores ...

 

Movimientos populares

1. Nashi

El movimiento "Nashi" ("Mi") surgió en el comienzo del nuevo milenio, fomentado por el Kremlin, es decir del presidente Putin mismo, como una especie de sustitución o sucesor del Komsomol, la organización de la juventud comunista. La ideología del Komsomol reemplazan la fe en la patria, practicando los valores que se consideran propio ruso. Los Nashi aparecen en grandes manifestaciones vinculados a días festivos rusos. Organizan manifestaciones contra fuerzas políticas que consideran adversas a los intereses nacionales, como las de los liberales o las del partido comunista ruso de Guennadi Syuganov. Se manifiestan contra intereses extranjeros, por ejemplo contra embajadas extranjeras consideradas representantes enemigas de Rusia, como la británica alrededor del "caso Litvinienko". Se manifiestan contra fuerzas consideradas anti-rusas porque ellos están defendiendo los intereses de los pueblos del Cáucaso. Hace unos años quemaron públicamente un libro de un escritor a quien consideran anti-ruso.

Sus críticos les llaman los "nuevos oprichniki", haciendo referencia a los ínfimos escuadrones de la muerte de Iván el Terrible, quien les creó para asilenciar a sus adversarios políticos.

2. Pamyat

No se sabe cuando empezó el movimiento clandestino Pamyat ("Memoria") pero es muy probable que empezó con el comienzo de la Unión Soviética, en los tiempos de la Guerra Civil Rusa. Los miembros de Pamyat son los herederos espirituales de los "centenarios negros", un movimiento que durante las dos décadas antes de la revolución rusa se dedicaba a la organización de pogromos sangrientos contra judíos y la caza igualmente sangrienta de comunistas, más o menos fomentada por los más altos mandos del gobierno, la iglesia y el ejército.

Pamyat era un tipo de disidencia ante de que Occidente en su propaganda contra la Unión Soviética siempre cerró sus ojos y se calló. Ésta organización representa los valores más nefastos de Rusia: es antisemita, anticomunista, militarista, religiosa y decididamente anti-occidente. En la ideología de Pamyat los rusos, como etnia predominante y llamados a ejercer el poder están autorizados a gobernar sobre las varias minorías, ante todo sobre los judíos y los pueblos del Cáucaso.

Pamyat en tiempos pos-soviéticos se ha convertido en una especie de Opus Dei ruso. No se sabe a donde llega su influencia, pero sus adherentes están presentes en todas las esferas de la sociedad rusa, en la administración, la cultura, el ejercito, y así sigue. Yo, pasando por la calle central de Vladivostók vi una estatua con valor artístico equivalente a nada: Un ángel con una espada, pintado de color oro, puesto allí hace 3 años por el Pamyat con el apoyo de la Flota del Mar Negro y la Iglesia de Lejano Oriente.

 

La "tal llamada acumulación originaria" en una nueva edición

En el penúltimo capítulo del primer tomo del „Capital“ Marx describe la „tal llamada acumulación original“. Describe como con el desarrollo del sistema capitalista y el avance de la propiedad privada los antiguos campesinos (en Inglaterra) se convirtieron de siervos en inquilinos de las tierras que trabajaron, y más tarde, debido a la expropiación forzada por parte de los terratenientes y las „el alambradas“ (2) en los „sin tierra“, en gente sin medios de ingreso, dejados a su suerte y necesitados de buscar cualquier modo de supervivencia, y así en la materia prima para los nuevos propietarios, los empresarios que los explotaron sin merced. Según las palabras de Marx, "la historia de esta expropiación está escrita dentro de los anales de la humanidad con rasgos de sangre y fuego."

Con eso describe, como la clase productiva se separa de sus medios de producción y como esos medios de producción se quedan en las manos de los propietarios. Así se divide la sociedad capitalista en dos clases predominantes y antagonistas: Quienes tienen la propiedad de la tierra, los inmuebles, las fábricas, los talleres, los bancos, es decir: toda la riqueza material de la sociedad, y al otro lado, quienes no tienen nada, y así tienen que vender su única "propiedad", su fuerza de trabajo, a los quienes les usan y sacan provecho de eso. Así la clase de los propietarios se enriquece de la pobreza de los demás; los pobres, al otro lado, aumentan la riqueza de los ricos mientras con su trabajo asalariado reproducen cada día su propia pobreza.
Algo parecido se llevó a cabo en los países del antiguo Bloque Socialista, y eso más claro se puede estudiar en los países sucesores de la Unión Soviética, como en Rusia. Ahí el Socialismo Real existió más que 70 años.
Primero, el estado con todo su poder y violencia se adjudica toda la propiedad de la sociedad. Esa historia, desde 1917 hasta la mitad de los años 30, el fin de la colectivización de la tierra, también está escrita "con rasgos de sangre y fuego." Pero eso pertenece a otra temporada, la de la Unión Soviética, un experimento social que ya pertenece al pasado.

Todas la empresas pasan a la propiedad del estado. Se crean nuevas empresas estatales. Las casas, las huertas, las tierras arables pasan a la propiedad del estado. Los ciudadanos se convierten en empleados del estado e inquilinos de pisos, casas y huertas.

Y un día ese estado todopoderoso decide cambiar su razón de ser. Sus gerentes omnipotentes deciden que su sistema no es competitivo con el sistema odiado pero también enviado del capitalismo. Deciden que su país florezca mejor con el sistema capitalista, la economía de mercado. Deciden abandonar la propiedad de estado y reintroducir la propiedad privada, como mejor manera de crear un estado fuerte, mejor manera de crear riqueza nacional y fortalecer el sistema estatal. E imponen su nueva doctrina a su sociedad.

Eso sucedió en la Rusia de los años 90. Parecido a lo que decía el bolchevique Bujarin en los años 20 al introducir la Nueva Política Económica: „¡Enriqueced!“ se daba rienda suelta a cualquier método para sacar provecho de la economía estatal.

Y los ambiciosos lo escucharon. Con las mafias ya existentes gracias la nefasta "ley seco" la prohibición del alcohol, y la "perestroica" (reconstrucción) que también admitió derechos autónomos a empresas, los futuros propietarios encontraron gentes dispuestas a ayudarles en la ganancia de propiedad. En casi cada ciudad se estableció un "ladrón en la ley", un padrino que mandaba a los pistoleros que protegían sus pasos económicos. Se imponían derechos de propiedad a punta de pistola y metralleta.

Se mataban jubilados que tenían pisos de valor en ubicaciones centrales de ciudades importantes. Todo con ayuda de letrados, claro, con contracto de compraventa firmado. Se robaron niños en plena calle para venderles a clientes en países de Occidente, como hijos adoptivos, esclavos o donadores de órganos.

El campo quedó completamente abandonado. Varias mafias, o grupos de "empresarios nuevos" aislaron el campo de la ciudad y monopolizaron el abastecimiento de las ciudades con alimentos de fuera del país. La agricultura se vio necesitada de reducirse al autoabastecimiento. Las koljoses se disolvieron de manera caótica. También según la ley del más fuerte unos se quedaron con los tractores, otros con unas tierras arables, y los terceros sin nada.

Así Rusia ha pasado del Socialismo Real a una especie del Capitalismo de Manchester, descrito por Marx en el "Capital": Explotación sin limites y en un estado que garantiza la propiedad privada al servicio de los empresarios.

 

Epilogo y conclusión

Hay un casi proverbio de un poeta ruso del siglo XIX, un tal Tyuchev que dice:

A Rusia no se le puede entender con la mente
Con la vara común no se la puede medir
Tiene una estructura especial
En Rusia solamente se puede creer

La autora de este artículo pertenece a los que con fe ciega creen en este país. A ver qué surge de allí un día. A ver si la gente de Rusia un día va a rebelarse contra las condiciones adversas a que está sometida y crea algo más digno y adecuado a sus necesidades y deseos, sean materiales o espirituales. Tienen el país más grande y rico del mundo a su disposición, solamente tienen que conquistarlo. O perecer, más tarde o temprano.

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(1) Entre los países industrializados están por delante sólo Canadá y Australia, con 3 y 2,4, respectivamente. Más números: EE. UU.: 27, España: 78, Finlandia: 15,2.

(2) Con las "alambradas" los terratenientes primero sacaron los pastos comunes de los campesinos, más tarde les destituyeron de las tierras propias que trabajaron, con alambres y las fuerzas propias armadas de quienes disponían, es decir, simplemente con violencia superior de armas. Convirtieron todo en pastos para ovejas para sacar provecho del exporte de lana para las manufacturas holandesas, y, más tarde, para sus propias empresas de tejido. Así, en palabras de los contemporáneos, las ovejas reemplazaron los campesinos.

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Este artículo apareció en la revista CNT nº 351 en noviembre de 2008 y nº 352 en diciembre de 2009.

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