NOTICIAS DEL ESTE: HUNGRÍA

 

Introducción

Con 15 años de transición de dictadura a democracia a sus espaldas, Hungría ha entrado recientemente en la Unión Europea. Estos son rasgos que tiene en común con España, aunque diferiendo en el tiempo. Esos cambios, sin embargo, se han producido bajo condiciones y circumstancias muy diferentes, tanto respecto al tipo del sistema economico socialista desmantelado en estos 15 años, como a las condiciones internacionales en que se ha tenido que desarollar la transición.

A morir Franco la Guerra Fria estaba en su apogeo y la incorporación de España en la OTAN y la entonces CE tenía como fin fortalecer estas alianzas en su lucha contra el comunismo.
A caer el Telón de Acero, para los antiguos paises del Bloque de Este sólo quedaba el capitalismo como unica alternativa, y a los gobiernos de los estados poscomunistas no les quedó más posibilidad que bailar en la cuerda floja entre EE.UU. y la UE, entre OTAN y debiles alianzas locales para presentarse con más fuerza en esas otras alianzas omnipotentes. Pero todos estos pasos pretenden – y alcanzan también – lo mismo: Subsumir su territorio y su población complacientemente al dominio del capital.

Eso ha llevado a una situación poco sorprendiente: Han ganado unos de los húngaros, la mayoria ha perdido.


Los sectores económicos

En la época socialista la agricultura hungara era casi la unica en el Este que se podía llamar verdaderamente productiva y eficaz. La tierra de la Gran Planicie Húngara és fertil, además había sido colectivizada y dotada de recursos. Las grandes superficies planas se labraban con maquinería moderna, y Hungría exportaba trigo, carne, vino y hortalizas a todos los paises del Bloque de Este, y también al algunos del Oeste.

A partir de 1989 todo cambió. Los paises del antiguo COMECON cambiaron su sistema de comercio del trueque a la facturación en dólares que derivó en la incapacidad de pagar sus importaciones pues no tenían dólares suficientes. Los mercados de la UE, ocupados en su propia integración económica, cerraron sus puertas a los alimentos húngaros. Compañias extranjeras compraron una gran parte de los comercios alimentarios y muchas fábricas de alimentos, y empezaron de importar productos agriculturales de fuera porque les resultaba más rentable.

De este modo los agricultores húngaros se vieron privados de sus mercados exteriores y también disputados en el mercado del interior.

Las tierras han sido privatizadas en un confuso proceso poco transparente llamado “restitución”, que sobre todo beneficiaba unos especuladores de immuebles y valores. Mucha gente despedida de su trabajo sin experiencia prévia y con escasos recursos, empezó a dedicarse a la agricultura como forma de supervivencia. Economicamente eso significa que una parte de la agricultura húngara hoy no es productiva, sino sólo autosuficiente.
Hungría, como país muy endeudado – parcialmente todavía de los tiempos socialistas – no se puede permitir las subvenciones usuales en la UE o los EE.UU. ofrecen a los agricultores. Por este motivo han creado un sistema poco transparente de excepciones impostales y subvenciones indirectas que ha convertido la agricultura en un semillero de fraude a gran escala de que se benefician unos pocos grandes productores.

Hungría practicamente ha dejado de ser un país agrícola en el sentido que tenía anteriormente. Muchos alimentos que antes producía ahora tienen que ser importados y de este modo va cargando su balance de pagos. La verdadera dimensión de la caída de la producción no se puede determinar porque ya no hay estadisticas agriculturales ni otros datos fiables sobre la producción en este sector de economía. Las autoridades respectivas no tienen suficiente dinero para hacer fotos aéreas de las superficies trabajadas, ni para la reforestación adecuada de las tierras dejadas en barbecho, que aumentan año tras año.

Además no hay constancia a quién pertenece la tierra. Como consecuencia de una ley de los años 90 que prohibe la venta de suelo agrícola a extranjeros muchas tierras se vendieron ilegalmente, sobre todos a austríacos y alemanes, quienes de alguna manera se benefician de los bajos precios de suelo y las fronteras abiertas y otras cosas poco claras para aumentar sus propios ingresos. Estos “contratos de bolsillo” que no entraban en los libros de propiedad se cree que afectan un tercio de la tierra cultivable de Hungría. Son y serán en el futuro una constante fuente de corrupción.

En el sector industrial la transición ha sido ante todo un proceso de desindustrialización. En muchas regiones de Hungría se pueden ver gigantescas ruinas de fábricas – de acero, bauxita, hormigón, papel, minas de carbón abandonadas, y un largo etcétera. La gente que se quedó sin trabajo de un dia para otro, con qualquier formación y/o educación, tenía que convertirse en “empresario”.
En Hungría, sin embargo, el empresario carece de fuentes de enriquecimiento como tenían por ejemplo los oligarcas rusos. Hungría no tiene yacimientos de oro, de diamantes, de petróleo ... En el curso de la historia siempre se ha destacado ante todo como país agrícola. Así, los nuevos ricos se han ganado sus fortunas con lo que era posible: prostitución y pornográfia, contrabando, blanqueo de dinero para las mafias rusas y ucranianas, y fraude con subvenciones, – por ejemplo para gasóleo declarado fuel.
La palabra “empresario” en húngaro siempre huele un poquito a estafador, y al mismo tiempo con necesidad. Mientras las instituciones internacionales, sean de créditos o meramente consejeras, presionan constantemente al gobierno para que aumente sus ingresos introduciendo nuevos impuestos, y para que eleve los ya existentes, los unicos que pagan impuestos son los húngaros, sean empleados o empresarios. Las compañias multinacionales exigen y reciben exención de impuestos para invertir en Hungría. Cuando se acerca el día en que vence la exención a menudo desmantelan su fábrica y oficinas y se mudan a otro país, empezando de nuevo a funcionar sin compartir sus beneficios con el estado-huesped. Así el empresario húngaro se ve casi obligado de usar todas las posibilidades de evasión de impuestos, de aduanas, de fraude en detalle, de impago de suminstradores o empleados, para mantenerse en pie.
Además, la mayoría de la gente cualificada como “empresario” en el registro industrial son míseros trabajadores a cuenta propia, propietarios-choferes de autobuses- o camiones-abuelos, o jefes de talleres de empresas familiares, sin red social adecuada, y con la necesidad de asegurar su jubilación con fondos de inversión privados. En eso, cambiar del sistema estatal de pensiones a obligar a la gente de invertir en fondos privados, Hungría ha sido el precursor para los paises poscomunistas.


La situación sindical

La CNT tiene larga experiencia en la lucha contra sindicatos estatales que colaboran con el capital y el estado para asegurar la paz social y la mano de obra barata. Pero existe algo peor a esos sindicatos verticales, y eso es que no haya ningún sindicato, ni estatal, ni revolucionario. Eso es el caso de Hungría.

Los sindicatos en los paises socialistas tenían funciones muy distintas de los en los paises capitalistas. Eran instituciones para organizar la vida de la clase trabajadora que allí persistía aunque se había eliminado la clase explotadora. Los sindicatos organizaban actos festivos y campañas para trabajar horas extras, pero también vacaciones y jardines de infancia. Disponían de una amplia red de inmuebles, como casas en el campo de uso recreativo y salas para reuniones y fiestas. Eran órganos de control y indoctrinamiento, pero también prestaron servicios útiles para los obreros.

Después de 1989 se disolvieron las organizaciones centrales, así se quedó sin dueño el imperio inmobilario. Los edificios se desmoronaron or eran vendidos por poco dinero por municipios o nuevos propietarios de empresas. En las empresas estatales que duraron un tiempo se formaron nuevos comités de empresas llamados “representantes de la plantilla” afiliados a los nuevos partidos, que se planteaban como tarea promover la privatización y denunciar como comunista a qualquier persona que se oponía de alguna forma. Estos “representantes” desaparecieron al poco tiempo, ante todo por el cierre de las empresas, y también porque los demás se dieron cuenta de que no representan a nadie. Eran los idiotas útiles de la transición o abogados del diablo.

Había empresas donde la plantilla se autoorganizó y quería hacerse cargo de su empresa. Estas aspiraciones eran rechazadas con argumentos pseudo-economicos como deudas pendientes sobre la empresa que los trabajadores no podían pagar. A veces las autoridades locales se sirvieron de la policía para desalojar trabajadores de empresas.
Naturalmente, cuando se cerraba la empresa estas deudas no las pagaba nadie, o el estado asumía la responsabilidad. O si alguién compraba la empresa la compraba sin deudas y la deuda se quedaba con el municipio o una sucursal local del banco estatal.

Todos los gobiernos húngaros desde 1989 han querido presentar su clase trabajadora como educada, disciplinada, barata y sin derechos o pretensiones. De esta manera querían atraer el capital internacional.
Los excomunistas, que recuperaron el poder en las elecciones de 1994, han promovido a excompañeros sindicalistas como nuevos jefes de empresas, a sabiendas que no hay mejores expertos en manipular y paliar a los obreros, haciendoles tragar qualquier reducción salarial o de plantilla.

Cuando la empresa General Motors abrió su fábrica en Szentgotthárd (cerca de la frontera con Austria) a principio de los noventa se celebró como una inversión ejemplar, precursora de otras grandes inversiones esperadas. Los salarios no tenían nada de extraordinario: el trabajador debía ser feliz de tener trabajo, y punto. La primera condición para ser empleado en esta fábrica era que el aspirante no estuviera afiliado a ningun sindicato. Supuestamente las autoridades húngaras colaboraron estrechamente con la empresa para filtrar los obreros que buscaban empleo.
Hace dos años esta empresa cerró sus puertas por completo y movió toda su maquinaria a Polonia porque allí recibía mejores condiciones de producción.

En la fábrica de Suzuki en Esztergom (en la orilla del Danubio, en la frontera con Eslovaquia) ya no trabaja mucha gente de Esztergom y aldredores. La empresa les considera demasiado caros. Hace años empezaron a contratar obreros de la ciudad de enfrente, de Sturovo en Eslovaquia (la población de Sturovo, en húngaro Párkány, es 100% de etnia húngara), quienes antes de que se abriera el puente hace tres años tenían que venir y volver en transbordador. Los capos de Suzuki también contratan sus empleados en el Alföld, la planicie al Este del Danubio donde el paro es muy alto y la gente suscribe qualquier contrato sólo para tener empleo. No hay convenios. En Suzuki – como en cualquiera otra empresa – pueden trabajar tres personas, una al lado de la otra, haciendo el mismo trabajo, y cobrando tres salarios diferentes.


El impacto medioambiental

Hungría posee unas caracteristicas geográficas que hace mucho tiempo han sido objeto de atención y prevención, ante todo con el manejo del agua. Hasta hoy existe una autoridad para la gestión del agua, con sede en Budapest, el “Departamento para Asuntos Acuáticos”.
Hungría es muy plana, tiene algunas montañas que apenas merecen esta denominación, así la mayoría del agua viene del subsuelo o de los dos grandes ríos que atraviesan el país, el Danubio y la Tisa y sus respectivos afluentes. Todos estos ríos nacen fuera de Hungría y llegan a la frontera húngara con aguas ya contaminadas.
En los tiempos comunistas la agricultura húngara tenía un sistema de regadío y drenaje, bien coordinado y mantenido por las cooperativas y supervisado de la autoridad central en Budapest. Con la decadencia de la agricultura también se deshizo el sistema de gestión del agua. Los tubos de regadío se caían a trozos, o eran robados por ladrones de metal. De todas formas ya no se usaban porque nadie podia pagar la energía para poner en marcha las bombas. Unas zanjas de drenaje se llenaron de basura, otras de tierra para sembrar encima, así ilegalmente incrementando el campo de alguien. Por 15 años el campo húngaro, por lo menos la parte oriental, pasa de sequía a inundaciones, a agua estancada en los campos sin posibilidad de salirse, y de nuevo a sequía.

A las inundaciones de la Tisa también añaden su parte los desarollos desafavorables en los paises vecinos, en Romania y Ucrania, donde el concepto de vender la riqueza nacional a cualquier precio ha llevado a una gran extinción de montes en la cuenca hidrografica de la Tisa. Viene un invierno con precipitaciones elevadas, una primavera con temparaturas altas súbitas, y ya se desborda el rio, cada año con niveles récord. Por ultimo, una vez por fin desaparecido el agua viene el verano de estepa típico para la Gran Planicie Húngara, y se lleva otra parte de la cosecha todavía en pie.

La polución industrial también contribuye al estado grave del medioambiente. Para atraer inversores las leyes de protección de medioambiente son muy débiles, y si las hay, no se aplican debidamente. Así, es muy frecuente la fuga de líquidos o gases tóxicos, que llevan al envenenamiento del agua potable. Los particulares también son fuente de contaminaciones: la decentralización general, la falta de recursos, la bancarota de varios municipios tiene su efecto en la deficiente recogida de basura que a su vez se deposita con frecuencia ilegalmente en campos y montes.

Una de las frecuentes inundaciones del campo.


La cultura política I. Los partidos

El partido político más importante por la transición, hoy de nuevo en el poder, es el antiguo partido estatal, que en Hungría nunca se llamó ahora Partido Socialista. Sus lideres, ante todo el ya dimitido Gyula Horn, se han destacado en abrir Hungría hacia el Oeste y integrarla en las instituciones imperialistas, la OTAN, la UE. Hungría bajo los socialistas ha sido el alumno modelo de la transición. Eran los primeros en introducir un programa de recorte social extremo, el llamado paquete de Bokros, entonces ministro de Hacienda. Fueron los primeros en la orbita poscomunista en conceder una base militar a EE.UU. para su misión en los Balcanes, y más tarde, para el bombardeo de Yugoslavia. Han introducido la obligación de dirigirse a fondos privados de pensiones, cuando en Austría y otros paises vecinos se discutía todavía este paso. Consideran como su gran éxito la transición pacífica. La deplorable situación economica y social en el país no les afecta. En el extranjero son considerados los garantes de la estabilidad y fiabilidad, por sus adversarios políticos nacionales son traidores de los intereses del pueblo húngaro.
Muchos de ellos no desprecian las posibilidades de enriquecerse, sobre todo a través del sector bancario, un feudo tradicional de los socialistas húngaros. El ultimo jefe de gobierno tenía que dimitir por un escandalo grande de estafa de valores.
Ante la amenaza del otro gran partido húngaro, la Union de Jovenes Demócratas – Fidesz, en abbrevación húngara –, de corte popular, los socialistas – bajo el lema del “mal menor” – se han convertido en el partido de los intelectuales y los judíos. La división política también representa la brecha tradicional húngara entre la capital Budapest, la ciudad de los “liberales” y “cosmopolitas”, los mercaderes, los judíos y la cultura, y al otro lado el campo religioso y “retrasado”.
Los demás partidos conservadores con el tiempo se han debilitado, dissuelto y han desembocado en el partido Fidesz. Con ellos han resurgidos las peores tradiciones políticas húngaras: el antisemitismo, el odio a los gitanos y el catolicismo como arma política.

La iglesia católica era una de las columnas del estado húngaro bajo la dictadura de Miklós Horthy, en la época entre guerras y hasta el final de la II Guerra Mundial. Perseguida y debilitada en la época comunista, desde 1989 ha recibido mucho respaldo político y material y está nuevamente preparada de asumir su antigua parte en el espectro político y educativo, causando temores entre los miembros de otras confesiones, como protestantes, calvinistas y judíos, así entre la gente de pensamiento liberal.
Los políticos de Fidesz, también bien establecidos en la economía – muchos de sus miembros son empresarios bastantemente afortunados – sí lamentan el escaso éxito económico de Hungría. Como explicación ofrecen una serie de chivos expiatorios. Internos: las minorías tradicionalmente mal miradas, los judíos y los gitanos; también los inversores malos y las instituciones internacionales, y el financiero-filantropa George Soros, de origen húngaro-judío que promueve el capitalismo y la democracia en los paises poscomunistas – con mucho dinero.
Aquí cabe recordar que los judíos húngaros constitúan el numero más grande entre las varias nacionalidades extinguidos en los campos de concentración europeos, y también perecidos en las “marchas de muerte” forzadas hacía el campo de concentración austríaco en Mauthausen durante el ultimo año de la guerra. Sobre los gitanos no hay estadísticas fiables, pero los más conscientes de ellos mantienen que sin la llegada del Ejercito Rojo no se hubiera quedado ni uno gitano vivo en el país. Considerando la historia reciente de Hungría, estas frases populistas, lamentablemente común ya en toda Europa, tienen un rasgo particularmente amenazador en Hungría.

Entre los grupos no representados en el parlamento destacan los Verdes, debiles, impopulares, y conservadores, y los neofascistas quienes se dedican al culto abierto del partido facha húngaro, los “Flecheros” y su líder Ferenc Szálási, procesado y ejecutado como criminal de guerra en 1946.
Un partido típico en el conjunto europeo es el partido MIÉP, “Partido Húngaro de Justicia y Vida”. Se puede comparar con el partido de Le Pen en Francia. Su líder, István Csurka, era un escritor reconocido en la era comunista. No ha dejado nada de sus convicciones nacionalistas que entonces le trajeron éxito como escritor. Ha conservado el lenguaje difamatorio típico al comunismo de estilo soviético, y lo aplica con frecuencia contra minorías, “cosmopolitas” que “venden el país”, liberales, drogadictos etcétera. Sus seguidores en la mayoría son mayores de edad, sienten rencor por el no reconocimiento de sus méritos en la construcción del país, su pobreza, y la muy lamentada corrupción moral. Es el unico partido pronunciadamente anti-europeo.


La cultura política II. El pensamiento cívico

En la era de dominio soviético el pensamiento político era muy regulado y censurado. Lamentablemente se censuraban más las ideas de izquierda no-comunista, no-soviética que las ideas de libre mercado, de beneficio “justificado”, de democracia y desarollo en los paises de Europa y EE.UU. Los comunistas en poder evidentemente temían más las ideas de la competencia izquierda que las ideologías del Gran Enemigo, el mundo imperialista. Así los húngaros por más que 40 años casi no tenían posibilidad de conocer las ideas de Mao, de Trotsky, de Che Guevara, o del anarcosindicalismo.

La restricción de ideas no deseadas no se debía solamente a censura de libros o periodicos llegando al país, sino también hay que tomar en cuenta el problema de la lengua. El húngaro es una lengua muy especial, practicamente sin parientes en el conjunto europeo. Lo que no se traduce al húngaro, no pueden leer muchos. En las escuelas de Hungría casi no se enseño el inglés, por razones políticas. Se enseñó el ruso, pero por razones nacionalistas la gente no quería aprenderlo. Queda como unica lengua internacional el alemán. Lo enseñaron maestros y profesores de Alemania Oriental y casi toda la literatura alemana que llegó a Hungría provenía de este país, que se destacaba por su sumisión a las exigencias ideologicas de la Unión Soviética. Al contrario a Polonia, o Yugoslavia, por ejemplo.
Al quedar derrotado el sistema soviético cualquiér pensamiento revolucionario o anticapitalista se denunciaba como pensamiento de un sistema hundido y vinculado al poder soviético. Quién criticaba el capitalismo o la democracia – como sistema político del capitalismo – era tratado como un partidiario de una dictadura violenta. El primer gobierno húngaro no-comunista prohibió los simbolos “extremistas”, como la esvástica, la estrella roja, el martillo y la hoz o el simbolo de los “Flecheros” (un circulo atravesado de tres flechas). No se aplica mucho esta ley pero coincide con el pensamiento cívico dominante: todo lo que recuerde al comunismo es equivalente al fascismo, y pertenece al pasado malo.

Cuanto más experimenta la gente las maldades del capitalismo, más se niega a reconocerlo. Para los intelectuales de Budapest los culpables son el propio pueblo: mal educados, perezosos, mimados del socialismo. Para los campesinos y los intelectuales de campo son los gitanos, los políticos liberales, los judíos, los rusos con su herencia mala y el extranjero, generalmente por estar contaminado de los judíos. Entre los húngaros de toda clase además es muy común el desprecio por los pueblos vecinos, los serbios, los rumanos: Los húngaros se consideran una raza superior a aquellos.
Quién insista en una crítica del sistema capitalista es tratado como un idiota o un fracasado. Y nadie quiere presentarse como fracasado en la nueva sociedad de competición.
Como sistema actual, eso no se puede culpar para el propio fracaso o descontento, y la gente se sirve de remedios tradicionales, como el alcoholismo. Pero también se estiman los “métodos de aguantar” traídos del Oeste. Los húngaros recurren a los psicólogos, escuchan sus tonterías y tragan pastillos. Las drogas ilegales también gozan de gran popularidad, como medios de tumbarse (no para estimularse), así la heroína y el hachís. Y resurge la esotérica, con rasgos autóctonos: muchos se dirigen a magos o videntes parar curar sus enfermedades, causados por estrés, horas extras y desorientación.

Pegatinas patrióticas para el coche:

La Gran Hungría, variación sencilla. (A la izquierda céntrica es el Burgenland, una provincia de Austria. La colita más abajo es Rijeka y una parte de la costa croata. La parte roja es más o menos lo que hoy es Eslovaquia, y una parte pequeña de Ucrania. La nariz blancoverde a la derecha es Transylvania, una parte de Rumania. Lo que queda de la franja verde son Timisoara y sus alrededores, la norte de Serbia y Croacia sin Dalmacia.)

La Gran Hungría para versados: El nombre de Hungría está escrito en caracteres runicas de la escritura de los sécleres*, una tribu húngara de Transylvania. Se escribe desde la derecha hacía la izquierda.

El climax del patriotismo: Gran Hungría en pijama.

En vez de la bandera de hoy se usa la del líder tribal Árpád quién estaba en la cabeza de los húngaros cuando llegaron a la Cuenca de los Carpatos en los finales del siglo IX. La bandera quiere evocar el pasado glorioso cuando las cabalgatas húngaras sembraron miedo y pánico en Europa Central.


Apéndice: Las tradiciones revolucionarias en la historia de Hungría

En húngaro la palabra „revolución“ se traduce como „punto de ebullición“ o „de fermentación“, y generalmente se aplica a la lucha por la independencia de los años 1848-49. Por lo que se vinculan estrechamente la revolución y el nacionalismo: cuanto más nacionalista se presenta alguien, más revolucionario se considera.
El hombre más honrado y celebrado de esta revolución es Lajos Kossuth, autoproclamado líder de la insurrección anti-habsburgo, exiliado después de 1849 y muerto en Turín en 1894. Se venera no por sus rendiciones, que no existieron, sino por su fracaso. Es considerado un mártir nacional.
Menos gloria rodea a la “revolución de las rosas de otoño” de 1918, que unos meses más tarde llevó a la proclamación de la efimera República de Consejos de Béla Kun, aplastado en otoño de 1919 por el ejercito rumano al servicio de los poderes victoriosos de la I. Guerra Mundial. Kun, que en otoño de 1918 había fundado el Partido Comunista Húngaro se refugió en la Unión Soviética y pereció en las purgas de los años 30.
Los comunistas húngaros del periodo entre guerras eran un partido marginado y perseguido. Muchos de ellos se vieron forzados al exilio. Llegados al poder en 1948 preferían referirse a la revolución de 1848 que a la de 1918 ante el hecho molesto que el fundador de su partido había sido ejecutado por el mismo poder – la Unión Soviética de Stalin – que les soportaba en aquel momento.
La revolución de 1956, desencadenada por el proceso de la destalinización de Jruscsov, fue muy virulenta y después hubo mucha represión, ante todo contra los coministas que se habían rebelado contra el dominio soviético. Como entonces a todos los insurrectos unía solamente el odio contra el sistema soviético, dominaron las ideas pro-capitalistas que después también se manifestaron en el exilio.

El unico representante y propagador de ideas anarcosindicalistas en Hungría fue el teórico socialdemócrata Ervin Szabó, fallecido en 1918 a causa de la gripe española. A pesar de sus esfuerzos valerosos no encontró partidarios, ni antes ni después de su muerte.

 

Este articulo se publicó en CNT nš 316, en octubre de 2005. Como tenía que caber en dos paginas los compañeros omitieron partes del original.

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