ALBANIA Y SUS HABITANTES: UN PAÍS REDUNDANTE, UNA POBLACIÓN NO QUERIDA EN LA EUROPA DEL SIGLO XXI

Albania es un país sobre que se sabe muy poco en el mundo, y como consecuencia de eso se difunden – ¡y se creen! – juicios muy superficiales y falsos sobre ésta zona y sus gentes.
Albania es considerado un país muy pobre. Eso es verdad, pero implica un grave error sobre la escasez de medios a la que se enfrenta su tesoro nacional y los recursos restringidos de los habitantes de este país. Hay países con un PIB muy alto, como EE UU, Alemania o Inglaterra, donde reina una miseria extrema entre las capas de población más bajas, una miseria que es a la vez humillante, ya que convive con todos los símbolos de la riqueza extrema, los palacios de los bancos y las villas de los afortunados. La babosada sobre gente pobre en países pobres sirve ante todo para negar el hecho que el capitalismo crea y exige pobreza por doquier.
Albania además tiene fama de ser un país muy atrasado. La idea de progreso y desarrollo es otra ilusión difundida sobre el capitalismo: sugiere que habrá en un futuro lejano bienestar y abundancia para todos, sólo que exige que todos países alcancen un cierto nivel de “desarrollo”, sea social, técnico, o algo parecido.
Es una mentira. El desarrollo técnico, esto es, las fábricas tecnológicamente avanzadas con una gran capacidad productiva enriquecen a sus propietarios. Pagan algo de impuestos a las arcas estatales y despiden a los trabajadores, porque el desarrollo no es más que el desarrollo del capital, que aumenta la riqueza nacional en manos de los empresarios, sacándola de los bolsillos de la clase trabajadora. El desarrollo capitalista aumenta el ejército de reserva industrial, y abarata el trabajo de los que todavía siguen en el empleo. Los que desean que Albania se “desarrolle”, sólo quieren que allí también se obtengan grandes beneficios para los empresarios internacionales, los tan estimados “inversores”, como ocurre en los países más industrializados y avanzados de este mundo.

Los albaneses han vivido en un mundo muy cerrado durante décadas y han sido expuestos al capitalismo globalizado y desenfrenado de los años 90 con las manos completamente vacías. Han tenido de empezar de cero.

 

Uno de los muchos miles de búnkeres, edificados en tiempo de Hoxha en espera de un ataque desde Yugoslavia. Muchos de ellos se usaron, según dicen, para asuntos amorosos ...

 

I. La propiedad privada

La propiedad privada es la condición previa del capitalismo. Otorga a los propietarios de fábricas y otros medios de producción el derecho de servirse del trabajo asalariado de los necesitados para producir bienes y venderlos para su propio beneficio. Excluye a los pobres de toda posibilidad de producir por su propia cuenta y hasta les obliga a pagar alquileres a los propietarios de viviendas para tener un espacio en donde vivir.
La propiedad privada tiene un papel clave en cada constitución de cualquier estado y forma parte de los famosos “derechos humanos”. Está protegido por las leyes. La Justicia se erige y se mantiene para juzgar delitos de propiedad y las cárceles se llenan en su mayoría con personas que no han respetado la propiedad privada.
Mientras desde las cátedras universitarias nos enseñan lo natural y humano es la propiedad privada, en los antiguos países socialistas, o del Bloque de Este se puede observar lo difícil y violento que es introducir esta forma de privación económica, imponerla en la sociedad.

1. La forma más sencilla y fundamental de la propiedad es la de la tierra
Mientras que otras formas de propiedad pueden tener algunos rasgos personales de su propietario, o contienen el factor trabajo, contribuyendo a la mentira de que la propiedad fuera algo natural y justo, en el caso de la tierra es evidente que se trata de un robo social: ya que la tierra no es producto de nadie, nadie se ha esforzado en crearla. La ha creado la naturaleza, la evolución, el Dios o los dioses – pero ningún hombre, por cierto. Sin embargo, cada metro cuadrado de tierra es de alguien.
La forma más sencilla de desposeer alguien es confiscar sus tierras. Los conquistadores lo hicieron en el periodo colonial con los indígenas, sirviéndose del pretexto de que esta tierra no tenía dueño, y se la adjudicaron. Hasta hoy no la han devuelto. Los afortunados de América Latina a través de sus “educados” y “cultos” portavoces denuncian el “indigenismo” como algo primitivo y peligroso para la sociedad porque los indígenas no reconocen la santidad de la propiedad privada e insisten en reivindicar la propiedad común.
En Europa Central la historia del proletariado moderno comenzó con la abolición de la servidumbre. Bajo las leyes feudales, la nobleza tenían muchos derechos sobre los siervos, les exigían tributos naturales y trabajos gratuitos, servicios sexuales y militares, pero no les echaron de sus tierras, porque sus súbditos eran la fuente de su ingresos y su poder. Al abolirse la propiedad dual de siervos y terratenientes, estos últimos se declararon los verdaderos propietarios de las tierras. Los antiguos siervos se convirtieron en peones asalariados o jornaleros, en el caso de no poder pagar el dinero exigido para convertirse en propietarios de las tierras labradas por sus antecesores desde hace siglos. Con el avance del capitalismo agrario, y a menudo con el cambio del pastoreo por la labranza, los desposeídos se convirtieron en el proletariado moderno, gente sin tierra y sin casa quienes poblaron las ciudades y construyeron la gran industria con su mano de obra.

2. La propiedad privada en Albania
Desde la toma del poder del partido comunista en 1944 se dieron una serie de expropiaciones de los terratenientes que terminaron convirtiendo toda tierra en propiedad estatal, como lo definió la constitución de 1976. Pero ni siquiera antes de 1944 dominaba la propiedad privada en Albania. En el sur prevalecía el latifundio, con bastantes elementos del feudalismo otomano; en el norte, la propiedad familiar-tribal. Esta última y las frecuentes disputas por pastos y tierras arables eran la mayor fuente de la ínfima vendetta albanesa.
Ya el último gobierno comunista – de Ramiz Alia – acabó con las cooperativas y repartió sus tierras entre los campesinos. El primer gobierno anticomunista de 1991 abolió la constitución de 1976 y declaró como legal la propiedad privada. Desde entonces estalló una lucha por la tierra y los inmuebles que se ha cobrado miles y miles de vidas. La gente se lanzaba a las fábricas y cooperativas, las saqueaban y las despojaban. Cesó casi toda actividad económica. Aparecieron los descendientes de los terratenientes y reclamaron sus tierras. En las ciudades surgieron descendientes de antiguos dueños de viviendas e intentaron desalojar los residentes actuales con técnicas de intimidación de todo tipo. En el campo comenzó la lucha para obtener las mejores tierras y las pocas máquinas y recursos de las cooperativas. Pero lo más sangriento sigue siendo la pugna especulativa por inmuebles urbanos y turísticos. Especialmente en el alrededor de Tirana y en la costa son frecuentes los tiroteos y matanzas por lotes en buen sitio. La situación se vio agravada con la llegada de varias pandillas de Kosovo, quienes además de traer armamento, vienen cargado de algo de dinero y se adjudican el papel de inversor. Toman tierras, edifican alambres, las protegen con armas y construyen hoteles y bares de varias plantas, todo sin ninguno título para hacerlo. La gente del lugar se tiene que marchar si quieren preservar sus vidas.
En la agricultura prevalece el minifundio. De las fotografías por satélite se puede ver que las tierras arables están repartidas en parcelas minúsculas, y eso se estrecha por toda la planicie fértil, la Myzeqe. Esto significa que la agricultura se basa en la autosuficiencia y crea poco excedente, no pudiendo abastecer al país.
En Albania no había libros de propiedad ni catastro. La Unión Europea y el Banco Mundial soportan programas para establecer un sistema legal de propiedad de la tierra para dar seguridad a sus inversores. Eso no significa nada más que dar un cariz legal e institucional para una estructura anterior que estaba basada en el saqueo y el asesinato. Hasta hoy trabajan en un sistema de catastro y están lejos de cumplir con los requisitos exigidos de las instituciones internacionales.

La arquitectura de Tirana revela donde están los sueños de los albaneses ...

 

II. La economía mantenida desde fuera

En Albania se puede observar, como en la mayoría de los estados post-socialistas, una estructura económica que tiene sus bases fuera del país. Esto quiere decir que el mismo país no genera la suficiente riqueza para proveer a sus habitantes de alimentos y otros bienes de consumo cotidiano. Tampoco tiene una industria que constituya un contrapeso de exportación ante las importaciones necesarias de estos productos básicos.

La cuestión a aclarar es la siguiente: ¿Cómo se mantiene una economía nacional bajo estas condiciones y cómo se integra el país en la economía mundial?

1. Las instituciones internacionales y sus relaciones con Albania
El FMI y el Banco Mundial en los años 80 elaboraron su sistema de tutela sobre las economías del Tercer Mundo. Los créditos concedidos por bancos comerciales y las deudas contraídas por los propios estados se gestionaron con asesores de éstas instituciones. La deuda creció, y las condiciones para mantener su crédito en el mercado mundial se endurecieron (Para explicar porqué las ambiciones nacionales de crear una economía competitiva frente a los países más exitosos necesariamente fracasan y llevan a un mayor endeudamiento se necesitaría una explicación muy larga sobre capitalismo y imperialismo que no cabe en este artículo). Para recibir nuevos créditos los estados tenían que someterse a las condiciones impuestos por el FMI y el BM, lo que significaba: Dejar de fomentar industrias nacionales o exportaciones agrícolas, cortar el empleo público y congelar los sueldos en este sector. Éstas políticas causaron gran estrago en América Latina y el Oriente Lejano y provocaron la crisis del peso mexicano en 1994, la devaluación de la moneda y la crisis del sistema bancario de Corea del Sur y sus vecinos en 1997 y la bancarrota de Argentina en 2002.
El endeudamiento también se aplicó como arma contra los países del Bloque Soviético, respaldado por el deseo de los gobiernos comunistas de resolver las deficiencias de su propio sistema con un intercambio de mercancías con los países capitalistas, haciendo caso omiso a su propia propaganda contra este sistema de explotación. El primer país en colaborar con el FMI fue Rumania, en 1972. Le siguieron Hungría (1982) y Polonia (1986). Yugoslavia, como representante de Tercer Camino, ya estaba comprometido con las instituciones financieras desde hacía mucho tiempo. Otros países de Bloque del Este estaban involucrados en el intercambio con el mundo capitalista a través de comercio y de créditos con bancos comerciales del mundo capitalista.
Albania se quedó fuera de este juego. El hombre fuerte de Albania, Enver Hoxha, estaba convencido del hecho que el comercio con países capitalistas y, más aún los créditos, eran una herramienta de los países capitalistas para destruir el comunismo. Por eso Albania optaba ante todo por el comercio de trueque con países del Bloque del Este, con China y con países del Tercer Mundo.
Gracias a la existencia de la Unión Soviética Albania se podía permitir este lujo, también después de la muerte de Hohxa en 1985. Pero desde entonces los gobernadores albaneses empezaron a aceptar créditos, sólo había que denominarlos de otra manera. Sin embargo, las cantidades fueron muy pequeñas.
Al llegar el año 1991 y el fin del comunismo en Albania, el país entró en todas las instituciones internacionales muy rápido. No hubo alternativa. Albania se había quedado sin socios y su economía se derrumbó a la velocidad de la luz.
Resulta muy difícil encontrar datos sobre la política de las instituciones financieras en Albania a partir de 1991, porque todo esto pasó sin gran publicidad. En los años que seguían la caída del régimen comunista, Albania se precipitó en deudas. Al partir de 1997, cuando fracasaron los esquemas piramidales y se derrumbó el sistema estatal por una temporada, se acabaron los créditos de todas las instituciones internacionales, porque no había gobierno fiable con quien negociar. Ahora Albania se está endeudando de nuevo, a cuentagotas, pero constantemente. Todos los créditos que se conceden vienen acompañados de instrucciones para el gobierno albanés. Este gobierno se encuentra bajo tutela de instituciones internacionales. Pero la deuda albanesa sigue creciendo, ya que el país produce menos de lo que consume. El déficit comercial como contrapeso solamente tiene las remesas de los emigrantes, y esto no basta para equilibrar la diferencia entre importaciones y exportaciones. Aún así, son el único remedio de Albania contra la quiebra.

2. Las remesas de los emigrantes
Para mucha gente, la única manera de sobrevivir era la emigración a Italia y Grecia. Jóvenes albaneses se fueron en barcazas a las costas italianas, aunque esos viajes muchas veces sólo acabaron con su detención y deportación a su país natal. Había una temporada en el que el ejército italiano ocupaba los puertos albaneses para impedir que salieran barcos con emigrantes. Como “compensación” repartieron pan. Además de constituir un acto de poder imperialista, negando todo soberanía a Albania, eso era una humillación tremenda para los albaneses, trayendo a la memoria recuerdos de la ocupación italiana durante la II. Guerra Mundial.
Aún así la gente seguía emigrando, ya que no había otra posibilidad. Empezaron a utilizar barcos más pequeños y rápidos. Muchos naufragaron y murieron en el mar. Algunos se fueron a Grecia a través de las montañas, y poblaron chabolas y los espacios bajo los puentes. Las autoridades griegas les trataron como una especie de basura; a veces la policía los reunía y los deportaba a las fronteras albanesas.
En 1997, después del fracaso de los esquemas piramidales y la descomposición del gobierno albanés como consecuencia de una rebelión popular, una fuerza multinacional se encargó de “poner en orden” a este país, lo que significaba ante todo acordonar Albania para que sus habitantes no pudiesen escapar y así se evitaba “ensuciar” los países vecinos con su presencia no deseada.

Esa pequeña introducción a las condiciones de la emigración es para demostrar que peligroso y cuanto esfuerzo significa para un albanés – o una albanesa – salir de su país. Eso sucede en una Unión Europea que se ha fijado como meta la libertad de residencia y sigue proclamándola a los cuatro vientos.

Como los albaneses llegaron tarde a un mercado de trabajo superpoblado y globalizado, se quedaron con los trabajos peor pagados, más desagradables y peligrosos, o con fuentes de ingreso ilegales. Al poco tiempo se montó un alboroto en la prensa sobre la crueldad extraordinaria de los delincuentes albaneses. Esta brutalidad tenía como origen la desesperación, porque los albaneses tenían que entrar en los negocios ilegales ya ocupados por mafias autóctonas, e imponerse a ellos para sacar adelante su propia “empresa”, fuera esta la prostitución, el comercio de drogas, el de armas o de coches robados…

Con el dinero obtenido de manera legal (o ilegal) se alimentan las familias en el hogar de Albania. Así resurge con una cara moderna y violenta un viejo concepto económico de los Balcanes que en Albania se denomina con una palabra de origen turco, “kurbét”: Los viejos, los niños, la mujeres casadas y algún cabeza de familia se quedaban en el hogar y labraban las pocas tierras que tenían, mientras que los jóvenes se iban por el mundo en busca de trabajos temporales: de cosecha, o como artesanos o comerciantes ambulantes. Los ingresos que llevaban a Albania facilitaban la supervivencia de la familia.
Actualmente las condiciones para utilizar este sistema son adversas, no solamente por la dificultad de salir del país y de encontrar trabajo en el extranjero, sino también por los cambios en el modo de consumo y de la vivienda: En vez de vivir en grandes caseríos, en los cuales se alojaban muchos hermanos y varias generaciones, que además tenían un alto grado de autosuficiencia, ahora la mayoría de los albaneses viven en cascos urbanos con viviendas de varias plantas, en pequeñas familias y además tienen que pagar por el consumo de agua, calefacción y electricidad. No tienen huerta para plantar verduras, grano y batatas, ni bosque para poder cortar leña.
Igual que antes, dependen de dinero del exterior, solo que ahora se encuentran en una situación de mayor necesidad.

Una planta de acero (la única de Albania) cerca de Elbasán, construido en los años 70 con ayuda china. Ahora ya no funciona.

 

III. La cobertura falsa y parcial de la prensa internacional

Aunque sea molesto, hay que presentar las explicaciones dadas sobre algunos de los fenómenos que se han dado en conexión con Albania y no se han podido ocultar, como el éxodo en masa después de la caída del régimen comunista, o el derrumbe del gobierno en 1997.

1. Las palabras comunes de los “expertos” para explicar la miseria y violencia: “corrupción”, “aparato estatal”, “economía sumergida”.
Un término común para explicar miseria en los Balcanes, así como en Albania, es que allí hay mucha “corrupción”.
Corrupción denomina la práctica de pagar sobornos para obtener contratos. Eso se hace en toda la UE y pocas veces sale a la luz, porque las grandes compañías que usan esta práctica tienen sus protectores entre los partidos políticos. Pero los “escándalos” de corrupción que a veces se salen a la luz pública cuando alguien de dentro de la trama rompe el silencio por razones personales, arroja luz sobre algo de lo que sucede en los países triunfadores del sistema mundial.
La corrupción en países como Albania es parte de la inversión de compañías de los países exitosos. Grandes y medianas empresas italianas o alemanas (y de otros países de la UE) van a los Balcanes, sobornan a los políticos de allí y obtienen contratos muy ventajosos. A veces también lavan dinero que no pueden declarar en sus países de origen. Gracias a sus aliados sobornados dentro del país, logran beneficios mayores que en sus propios países de origen. Así, los países pobres (y más aún a la merced del sistema capitalista internacional), pagan más caras las inversiones extranjeras que los países exitosos. Por ejemplo, según unos blogueros albaneses la autopista recién construida entre Kukes y Durres ha salido más cara que muchas otras autopistas en Europa. Como en Albania no hay suficiente dinero para pagar estos costes exagerados, los bancos internacionales les conceden créditos, pero a un interés mucho mayor que la que se paga en la UE, por el “elevado riesgo”. Así estos también se benefician muchísimo de la pobreza que impera en Albania.
Los políticos de allí cobran esos sobornos porque es su manera de obtener ingresos. Hacen lo mismo que los políticos de los países avanzados. Pero respecto a países como Albania, los medios de comunicación de los mismos países de donde son originarias las empresas y bancos que están dentro de la misma trama corrupta, se quejan de ese uso, y lo denuncian como corrupción de Albania. Son los políticos de países necesitados a quienes se hacen responsables de la corrupción, no a las empresas transnacionales que se benefician del estado deplorable de esos países.

Los medios de comunicación y los “expertos económicos” también se quejan del sobresaliente “aparato estatal” en Albania.
¿Eso que significa? Quiere decir que hay demasiados empleados públicos. ¿Pero que significa demasiado? Significa que los “expertos” internacionales constatan un desequilibro entre la producción del país, es decir, la riqueza, los beneficios generados en el mismo país, y el dinero que cobran los empleados públicos, empezando por los políticos, jueces y policías hasta llegar a los profesores y maestros. Todos son “demasiados” y cobran “demasiado”.
Eso a fin y a cabo quiere decir que la enseñanza, la sanidad, el transporte y todo lo demás tienen sus efectos en los beneficios que se obtienen en el país. Si no hay suficientes beneficios, se deberán cerrar escuelas y hospitales, no habrá que atender a los enfermos ni enseñar a los niños, y la gente se tendrá que mover de un lado a otro como pueda. Con esta queja sobre el aparato estatal, los periodistas proclaman estados sin las instituciones necesarias para mantener una sociedad actual. No sé en que ideal piensan. ¿Somalia? ¿Afganistán, quizás?

Otra palabra es “economía sumergida”. Esto es un resultado directo de las instrucciones de las instituciones financieras que tutelan países como Albania: deben aumentar los ingresos estatales y disminuir los gastos. Como consecuencia de esto, los gobiernos intentan cobrar impuestos y tasas donde pueden, y cargan con grandes impuestos a las pocas y débiles empresas nacionales, porque las grandes compañías internacionales exigen la exención de impuestos como condición para su inversión en un país tan pobre, esto es, con un mercado interior muy pequeño. Así, si un empresario de Albania quiere sobrevivir, o un empleado de una empresa pequeña quiere llevarse algún salario, tienen que organizarse de tal manera que evadan impuestos, es decir, de manera ilegal. Eso tiene consecuencias: Las arcas estatales no recaudan impuestos, por lo que tampoco se puede construir un estado social. La gente en paro no recibe ayudas (tampoco las familias), y el sistema de jubilaciones se queda sin resolver. Los albaneses viven el día a día, y enfermarse pone en peligro la supervivencia de toda la familia.

2. El racismo: "El carácter nacional" y la "mentalidad balcánica"
Hay una política de información respecto a los albaneses que también merece un comentario, además hay que decir que la prensa autodenominada izquierdista tampoco se abstiene de informar de la misma manera: lamentan la delincuencia de los albaneses. La prensa alemana se ocupa más de los albanokosovares, la de Italia de los albaneses de Albania. Los periodistas se quejan de que los albaneses no quieren trabajar, prefieren robar, traer putas y utilizan las armas fácilmente para imponer sus intereses. Los albaneses como ladrones, violentos, metidos en la ética medieval …
Nadie ataca a otro sin necesidad. Toda la gente que hay en el mundo prefiere vivir en paz con sus vecinos. Si atacan, roban, matan, existe una razón. Los albaneses casi no conocieron la violencia entre ellos durante décadas. La única violencia que había allí era la psicológica, la de género, o la del estado mismo, del servicio secreto y sus verdugos. Pero el robo, la prostitución, el asesinato por fines económicos era casi desconocido.
Al acabarse su sistema económico y político, al quedarse Albania sin aliados, sin recursos y con la economía hundida se disparó la delincuencia. Y eso es algo completamente necesario y entendible.
Nosotros, quienes estamos al lado de los desafortunados, nunca debemos dar la espalda a los delincuentes. Son proletarios, gente sin recursos y sin posibilidad de encontrar trabajo. Por eso, porque el mercado de trabajo está cerrado para ellos, se buscan la supervivencia en el mundo ilegal.
Eso sucede con los albaneses a nivel nacional. En 1991, al desaparecer su sistema casi autárquico, basado en autosuficiencia y colaboración con los estados aliados, su Tercer Camino fracasó. (A propósito, políticamente fracasó después de que la televisión italiana estatal, la RAI, trasmitiera en directo la ejecución de Ceaucescu y su esposa.)
Y de repente los pobres que antes yacieron bajo el yugo del comunismo y tenían que ser liberados de esto, se convirtieron en canallas a quienes no les importaba la vida ajena y quienes trajeron la barbarie a sus países vecinos. Cualquier crimen perpetrado por un albanés, o la toma de rehenes, sirvieron como otro ejemplo para ilustrar la “primitividad” albanesa. Especialmente después de la quiebra de los esquemas piramidales y del gobierno de Albania, surgió un montón de autodeterminados “expertos” en mentalidad albanesa: empezaron a promulgar sandeces sobre ghegos y toscos (dos grupos de lengua y cultura albaneses), el kanún (la ley de los tribus norteños), la historia de Albania, para llegar a la conclusión que se trata de una mentalidad atrasada, medieval, en fin, inadecuada para nuestra Europa moderna y progresista.
Así, responsabilizando a los albaneses debido a su propia pobreza, guardan el sistema capitalista e imperialista ante cualquier crítica. No tiene carencias, es perfecto: los carentes siempre son las personas – incapaces de servirse del sistema perfecto.

Algo más. Cuando yo uso las palabras “comunismo”, “poscomunismo” o “socialismo”, solamente me sirvo de palabras usadas por la autodeterminación de estos regimenes del pasado, o de palabras utilizadas sobre ellos por la prensa burguesa. No significa identificación cualquiera con estos sistemas estatales. Para mi “comunismo” significa algo distinto, que es: autodeterminación de los trabajadores, de los productores de los bienes de consumo, concertada con las necesidades y deseos de la sociedad, sin cualquier estado ni comité central. Eso es algo que nosotros, los enemigos de la propiedad privada, del mercado, del dinero y del estado, tenemos que crear.

Un helicóptero sobrevolando las afueras de la aldea de Gerdec, cerca de Tirana, donde la gente desactivaba munición y obuses del tiempo comunista, bajo cielo abierto y a mano, trabajando para una compañía americana. En marzo de 2008 el polvorín explotó, destruyendo más que 400 casas, llevando consigo las vidas de 26 personas y hiriendo a más que 300. Por horas obuses continuaron a caer en un perímetro de 3 kilómetros. Las detonaciones se sintieron hasta Skopje, la capital de Macedonia, situada a 190 kilómetros de Gerdec. De gran parte de la aldea no quedaba nada sino un gran cráter.

Responsables, por supuesto, no hay.

 

Este artículo apareció en dos partes en CNT 362 (diciembre 2009) y CNT 363 (enero 2010).

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