El mercado laboral en los países “exitosos” y “competitivos” de Europa

 

Bajo el aparente éxito de economías boyantes como la alemana o la austriaca se encuentra la precarización más salvaje. Los países presentados como ejemplares frente a los “perezosos” del sur simplemente tienen como virtud que la explotación les funcione mejor.

El entonces canciller alemán Gerhard Schroeder puso en marcha en 2003 la tal llamada Agenda 2010 con la que su gobierno intentaba promover la competitividad de la economía alemana, fomentar el crecimiento económico y flexibilizar el mercado laboral y las sistemas sociales.
En el marco de este programa se hizo posible la creación de empresas sin exámenes de maestría que llevó a la existencia de numerosas compañías tal llamadas “Yo S.A.” compuesto del fundador y tal vez un socio/empleado que figuran en el registro mercantil y pagan impuestos como empresas mientras ofrecen sus servicios a muy bajo coste, sin disfrutar de la seguridad social de empleados. La Agenda 2010 además abarataba y fácilitaba el despido y rebajaba los costes adicionales que el empresario tiene que aportar a la seguridad social para sus empleados.

A estas medidas hay que añadir la “ofensiva de educación” que solicita a los alumnos estudiar más tiempo, con becas tipo crédito que después deben ser devueltas cuando la persona encuentra empleo y constituyen un negocio adicional para los bancos, al estilo de Inglaterra o EE.UU.
Dichas medidas se vieron acompañadas de una reforma del sistema social para los parados o solicitantes de ayuda social llamado “Hartz I-IV”. (Hartz por el nombre del jefe de la comisión que lo elaboraba, y los números describen el progreso en la aplicación de las medidas. El vigente es Hartz IV.) Este sistema suspende la diferencia entre las prestaciones de desempleo que hasta entonces eran algo a que uno estaba habilitado legalmente a base de cierto tiempo de trabajo en empleo; y la ayuda social que se otorgaba como ayuda cuando uno podía comprobar que no tiene ni ingresos ni patrimonio.
Con el Hartz IV los parados también tienen que solicitar ayuda. Si tienen piso de propiedad tienen que venderlo y alquilar vivienda. No se les permite una cuenta de ahorro. Una vez concedido la ayuda tienen que consentir controles de su vivienda donde inspectores de trabajo revisan sus armarios y neveras para comprobar que no se permiten lujos respecto a vestuario o comida.
Por eso Alemania se ha convertido hoy en un país de necesitados, muchas veces con hijos, que desbordan instituciones de la iglesia u otras instalaciones caritativas para comer gratis o recibir ropa o zapatos usados. Además escupe emigrantes de trabajo a todo Europa que huyen del paro y las condiciones humillantes que conlleva cobrar el Hartz IV.
Los que tienen empleo no se deben quejar, aunque trabajan en unas condiciones muy malas: gente saliendo de la universidad trabajando por el salario de un obrero común para pagar sus becas, sin perspectiva de formar familia o alquilar piso propio; madres solteras trabajando todo el día, quizás en dos empleos para pagar sus cuentas, mientras sus hijos se ven completamente abandonados; niños en edad escolar trabajando en la construcción para ayudar a alimentar sus hermanos; y políticos alemanes alegando orgullosamente que tienen el sector de trabajo barato más eficiente de Europa y ¡por eso son los más competitivos, y campeones en exportaciones!

En Austria las cosas han ido de una manera diferente. Ya en los años 80 el dibujo de la ocupación empezó a moverse desde el empleo fijo, con seguridad social y todo, al “contrato por obra” de colaboradores libros. En esos tiempos, cabe recordar, en Austria los salarios eran muy bajos y mucha gente cualificada se fue a buscar empleo en Alemania. Entonces se ofrecieron esos contractos que dejaban completa libertad al contratado, solo le ponían fecha de finalización y entrega de trabajo. Eso iba desde trabajos intelectuales, como estudios sociales o planes de arquitectos hasta gente contratada de edificar casas o renovar pisos, designar jardines o poner en marcha coches siniestrados. La gente joven aceptaba con alegría porque recibían su paga, se sentían libres y todo lo demás era asunto suyo: los impuestos y la seguridad social. Y si no pagaban ni el uno ni el otro ganaban bien. Hasta bien avanzadas los 90 además había un seguro de salud barato para estudiantes a que acudieron todos, hasta curas serbio-ortodoxos quienes no recibieron paga de sus iglesias.
En los 90, sin embargo, las cajas sociales se dieron cuenta que sus ingresos disminuyeron de año a año mientras más y más personas se iban jubilando y necesitaban sus pensiones. Entonces se hizo una ley de “contratos de obra” con que obligaban a estas personas pagar impuestos y seguridad social – para jubilación y salud, pero no cubre el paro. Por eso ahora hay un montón de personas que tienen ingresos míseros aunque calificación alta, no pueden cobrar paro porque siempre han trabajados de autónomos, y no van a recibir pensiones significativos porque sus cuotas -especialmente después de la última reforma de pensiones que aumentaba los años mínimos para tener derecho de jubilación- son demasiado escasas para resultar en una pensión capaz de alimentar a su titular. Además, cuando enferma no tienen ingresos, por lo que trabajan también enfermos.
En la última década, a esto ejército de autónomos a borde de quiebra constante se han añadido las ETT y un vasto mercado de trabajo negro, ante todo en la construcción y la cosecha, tan conocidas en España. Allí trabajan ante todos emigrantes de los “nuevos estados” de la UE a los refugiados de Oriente próximo y África.
Además, Austria tiene un sector turístico muy importante y la mayoría de la genteque trabaja allí son extranjeros mal pagados quienes una vez acabada la temporada regresan a sus respectivos países del Este o de los Balcanes, aliviando el mercado laboral y las cajas sociales.

Esas son las condiciones que prevalecen en los países exitosos. Infelizmente hasta ahora cuentan con una población mayoritariamente dócil y nacionalista que no ve en los desafortunados y proletarios de sus países y del extranjero sus hermanos, sino sus enemigos, mientras sus propios exploitadores les parecen sus salvadores contra el paro y la miseria.

Este artículo apareció en CNT 383 (noviembre 2011).

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