Dinero
maldito Un político ucraniano explicó
a un periódico local de su país (Krimskoje vremja = „Tiempo
de Crimea”, 23/07/1996) como „crearon” la moneda de Ucrania,
la Jrivna. Esto sucedió en marzo de 1992,
justo después de que Ucrania obtuviera su independencia. Los
políticos, recién llegados al poder de este nuevo Estado,
firmaron contratos con dos compañías occidentales para
la impresión de billetes de banco. Naturalmente pensaron que sólo
en países capitalistas saben imprimir dinero de calidad y que
dicho dinero vale cualquier precio. Además, tenían mucha
prisa en introducir una moneda nacional. El primer contracto lo hicieron
con una compañía canadiense, llamada „Canadian Banknote
Company”. En aquella época, Ucrania carecía de „contado
verdadero”, es decir, de divisas aceptadas en el mercado mundial
(esta situación hasta hoy no ha cambiado). Por este motivo, Ucrania
recibió un crédito del Gobierno canadiense para poder
pagar este gran encargo. Por otro lado, parece ser que dicha compañía
canadiense no pudo imprimir el dinero para la fecha inicialmente concertada
con los políticos ucranianos. En consecuencia, se firmó
un contracto secreto con una otra compañía inglesa llamada „Tomas
de la Rue” para los billetes de 50 y 100 Jrivna. No se sabe a ciencia
cierta cómo se efectuó el pago a „Tomas de la Rue”.
Este último contracto no permaneció en secreto, ya que
los representantes de las dos compañías se encontraron
varias veces en el pasillo del Jefe de la Banca Nacional en Kiev. Las
dos compañías empezaron a amenazar a Ucrania con grandes
multas en el caso de que se infringiera cualquiera de los dos contratos
acordados. Al final, la compañía canadiense se conformó
con renunciar al derecho exclusivo de fabricar la moneda de Ucrania,
y se quedó con el encargo de imprimir los billetes de 1 hasta
20 Jrivna. Para eso cobró 50 millones de dólares canadienses
que se pagaron con el crédito concedido por el Gobierno canadiense.
Más adelante, el mencionado encargo fue aumentado, pues el volumen
de billetes pedidos anteriormente no les parecía suficiente.
Los gastos totales se desconocen hasta el día de hoy. Supuestamente estos gastos ascendieron
a más del doble del importe inicial pactado con „Canadian
Banknote Company” que ya ascendían a los 100 millones de
dólares de EE UU. Por último, lograron que el dinero
se imprimiese, pero pronto apareció el problema del transporte.
Por aquella época, Ucrania no disponía de navíos
de guerra. La cuestión de la partición de la flota del
Mar Negro se quedó sin solucionar y esta flota estaba bajo comando
ruso. Numerosos políticos ucranianos pasaron un período
de nervios durante el tiempo en que el buque de carga con destino a
Canadá, sin protección alguna, efectuó los dos
viajes de vuelta necesarios para llevar la carga preciosa de Montreal
al puerto de Nikolayev. Cuando llegaron los billetes de Nikolayev a
Kiev surgió un nuevo problema: ¿dónde colocarlos?
La cantidad de billetes podía cubrir „un campo de fútbol,
hasta la altura de dos metros y medio”. Se celebraron varias reuniones
de emergencia y se encontró un sitió para la moneda nacional:
Las naves vacías de una fábrica abandonada de vidrio. Estos billetes obtenidos con tantos gastos y tanta irritación, además teniendo tanta prisa, se quedaron en esta fábrica por algún tiempo. Después pasaron a los sótanos de diferentes bancos - durante cinco años. Los políticos pensaron que este dinero era muy bueno - por haber sido impreso en Occidente - y no se debería circular en una mala economía. Hay que esperar hasta que se mejore. Después de cinco años, llegaron a la conclusión de que la economía no iba a mejorar, ya no valía la pena esperar más. Desde entonces en Ucrania ya no se paga con los cupones transitorios, sino con Jrivna. Esta historia tiene algo de Zarzuela,
o de Opera Cómica. Pero se encuentra en ella el pensamiento muy
típico de los gerentes de Europa en general y de los del Este
en particular. El Occidente, el Capitalismo maduro es
el lugar donde todo funciona, el paraíso terrestre. Hay que imitarlo
a cualquier coste. Todo que viene de allí es lo mejor que existe
en el mundo, ya sean nuevos métodos, mercancías, expertos,
inversiones, etc. Hay que atraer a cualquier precio la influencia del
Capitalismo. Para estos fines nobles no tenían
los más mínimos remordimientos de cargar su país
joven con una deuda de 100 millones de dólares. Hoy, ocho años más tarde,
el dinero de Ucrania sirve para un sólo fin. El fin más
implacable y común en todo el mundo: separar al consumidor de
los bienes ya producidos y que están al alcance visual, impidiendo
que las mercancías sirvan para satisfacer las necesidades que
la gente realmente precisa. Se podría decir que el dinero constituye
un muro al parecer objetivo e inocente entre la producción y
el consumo. Al parecer „objetivo” porque no son guardias con
fusiles, al servicio de un dueño personal, que barran la entrada
al negocio o cualquier templo de consumo y cobran entrada. Sino „El
Mercado” invisible y omnipotente dice el dictamen: „Paga,
o no te lo llevas. Si no puedes pagar, vete sin nada.” Para otras cosas la Jrivna no sirve. No
sirve para almacenar riqueza abstracta, fuerza de compra, porque pierde
de valor mercantil con la velocidad de un rayo. En casa toda la gente
tiene que tener dólares o marcos alemanes para tener la posibilidad
de comprar alimentos hasta fin de mes. Para comprender la absurdidad de este
hecho hay que tener presente que el dólar y el marco alemán
se imprimen con el mismo papel, con los mismos o muy parecidos colores
de imprenta, las mismas marcas de agua, y demás características
como la Jrivna. Es un papel que casi no tiene un valor real y que solo
obtiene su valor por el sello que dice: Yo, el Estado X, garantizo,
que este pedazo de papel equivale a tal y/o tal valor mercantil, y todos
mis súbditos tienen que aceptarlo como medio de pago. El Estado se va confrontado con semejante
problema, pero lo soluciona de una manera soberana: Toma créditos.
El Gobierno ucraniano recibe créditos políticos. Es decir,
créditos de quienes no se espera un negocio, ni siquiera el pago
puntual del interés. Son préstamos que se conceden para
que el Gobierno permanezca en poder. El FMI y el Banco Mundial prácticamente
gestionan el presupuesto del Estado ucraniano. Ambas entidades están
muy preocupadas por la caída constante del ya por si dudoso valor
de la moneda ucraniana. Prohíben que se emita el dinero necesario
para las manipulaciones estatales y comerciales ucranianas. Como consecuencia,
no se pagan los salarios de los empleados estatales. La mayoría
de empresas, minas y también cooperativas agrícolas son
estatales. El retraso del pago de salario afecta a gran parte de la
población. También se retrasan la jubilaciones. El Gobierno convierte esta precaria situación
económica en una virtud política, naturalmente desde su
punto de vista: Los retrasos de salario más importantes tienen
lugar en los territorios donde vive la minoría rusa, en la costa
del Mar Negro, la Crimea y en los distritos mineros de la cuenca del
Don. De esta manera, quieren fomentar la emigración. Pero la
gente no emigra. ¿A dónde? En Rusia tampoco se pagan los
ya por si miserables salarios a fecha, sino se retrasan igualmente,
por razones iguales: La conservación del valor del rublo. En Ucrania la gente sufre malnutrición, se venden hombres como mercenarios en diferentes guerras; mujeres como putas; niños recién nacidos; la gente se enferma de cólera y de SIDA, pero: Es una democracia en donde los derechos humanos son respetados! Y la OTAN tiene derecho a efectuar sus maniobras en sus aguas y sus tierras, junto con el ejercito ucraniano. (CNT periódico mensual de la Confederación Nacional de Trabajo, Agosto 2000) |